Interpreta tú la estela de mi nombre
para reconstruir el rostro
que los titanes embadurnaron
de yeso: léeme en ese otro que apareció –
sin ser llamado en el espejo
y sácame del laberinto
de consonantes y vocales: dame la clave
para que pueda amarte
-al ser yo mismo y mi contrario,
porque siempre es otro quien te toca
cuando beber procuro tu mirada.
Mi cabeza ya no puede cantar sola
-ni sentirse extranjera al vagar en estos prados,
donde las ménades aguardan el instante
en que brote la rosa descompuesta
por su oculto sin porqué:
Acaso el dúo sagrado que se alce en himno verdadero,
consiga que renazca el niño nuevo que jugaba con el mundo
-sobre los hombros del tiempo, a las orillas del mar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario