miércoles, 9 de febrero de 2011

LA ROSA Y LA MÁSCARA DE YESO






Interpreta tú la estela de mi nombre

para reconstruir el rostro

que los titanes embadurnaron

de yeso: léeme en ese otro que apareció –

sin ser llamado en el espejo

y sácame del laberinto

de consonantes y vocales: dame la clave

para que pueda amarte

-al ser yo mismo y mi contrario,

porque siempre es otro quien te toca

cuando beber procuro tu mirada.

Mi cabeza ya no puede cantar sola

-ni sentirse extranjera al vagar en estos prados,

donde las ménades aguardan el instante

en que brote la rosa descompuesta

por su oculto sin porqué:

Acaso el dúo sagrado que se alce en himno verdadero,

consiga que renazca el niño nuevo que jugaba con el mundo

-sobre los hombros del tiempo, a las orillas del mar.
 

   

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